Firmada en el ángulo inferior derecho.
Capricornio en amarillo
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Firmada y fechada ¨72¨ en el ángulo inferior izquierdo.
Las series Variante y Córdoba, se pueden considerar como la síntesis de la producción de María Freire. En estas, combina todo los caminos transitados, desde la estética industrial, característica de su etapa concretista, a las formas abstractas elaboradas en la serie ¨Sudamérica¨ y la libertad que sin dudas logró durante su período matérico y los inicios de la serie Capricornio.
Si bien su trabajo e investigación continuaría durante casi 40 años más, sus obras de este período se convirtieron en las más icónicas de toda su carrera.
Firmada en el ángulo inferior izquierdo y fechada 86. Posee al dorso dedicatoria del puño y letra firmada y fechada al 17 de enero de 1986.
Firmada en el ángulo inferior derecho y numerada (123/130)
Firmada, dedicada y fechada al reverso.
A lo largo de toda su trayectoria, María Freire, sostuvo la costumbre de mantener correspondencia con sus afectos enviando obras de su autoría. Siendo a veces pequeños grabados a modo de tarjetas, otras bocetos u obras pequeñas – como es este caso – estos eran usados para realizar saludos y desear buenos augurios durante épocas festivas y otros momentos especiales.
Manuel Alefa -a quién está dedicada esta obra- fue un conocido marquero que trabajó con artistas del Taller Torres Garcia como lo fueron Manuel Pailós y José Gurvich, entre otros. Es lógico pensar que también haya colaborado con la pareja de artistas.
Si bien esta obra se corresponde con la serie Capricornio, la misma está fechada unos 20 años luego de la realización de la mencionada serie. Sobre esto, se pueden considerar dos teorías distintas:
La primera va de la mano con que María revisitó algunas de sus series anteriores, cosa que fue común luego de la muerte de José Pedro Costigliolo en 1985.
Por otro lado, existiría la posibilidad de que la obra haya sido realizada en años previos y que fuese dedicada y firmada al momento del saludo a finales de 1987 o principios de 1988. Esta segunda opción es menos probable dado el uso del Drypen, ya que este medio fue más característico en su obra hacia finales del siglo
Obra original, certificada por la familia del artista.
Pese a que durante toda su carrera, María Freire transitó períodos en los que se identificó o tuvo afinidad con distintos movimientos y grupos (Concretismo, Grupo de Arte no Figurativo, Madí), experimentando en base a las ideas y propuestas de cada uno, Freire renunció constantemente a limitarse bajo los dogmas o directrices que artistas como Torres García o Roth Rothfuss -solo por nombrar algunos- adoptaron al crear manifiestos y profundizar en la teoría -algunas veces- más que en la producción en sí.
De este modo, tenemos en María Freire una artista que centró su foco en la investigación y creación, sin dejarse limitar por los ya mencionados dogmas o teorías del momento -pese a sí haber experimentado con ellas—.
Pero María no fue totalmente libre. A partir de 1951, año en que se conocieron con José Pedro Costigliolo, sus caminos se unieron y también así lo hizo su producción. En estos años, transitarían juntos un camino paralelo, por no decir un mismo camino, en el que muchas veces es difícil distinguir si una obra es de uno o del otro. Si bien no hay evidencias de que la figura de Costigliolo fuese adoctrinante o limitara a Freire en su proceder, si es sabido, por diferentes entrevistas y testimonios, que María priorizaba el arte de Costi —como ella solía llamarlo— antes que el suyo. Un ejemplo claro y conocido sobre esto es el hecho de haber abandonado la escultura, para no molestar con sus ruidos a su marido, quién escuchaba música clásica mientras pintaba en el taller que compartían.
Por otro lado, no hay duda de que pese a lo mencionado, María también fue de gran influencia para él. De otra manera, es difícil de imaginar una incursión de Costigliolo en la abstracción, como sucedió a principios de los sesenta.
Si bien la pareja no se separaría hasta 1985 -año en el que él fallece-, es a partir de 1963, aproximadamente, que ambos comenzarían a transitar dos caminos distintos, y que así lograrían alcanzar, cada uno por su cuenta, la epítome de sus carreras. Costigliolo por un lado, se enfocaría en su serie de Rectángulos y Cuadrados, a la cual le dedicaría, casi en exclusividad, los últimos 20 años de su carrera.
Freire, por su parte, uniría su atracción por el arte primitivo y las culturas antiguas, con la exqusita ejecución que caracterizó su período geométrico. De esta forma, daría luz a abstracciones en las que crea figuras casi primitivas y orgánicas combinadas con compartimentaciones dadas por franjas de colores, en secuencias aleatorias y creando así una identidad propia y completamente independiente, despojada de cualquier influencia o cooperativismo que se pudiese apreciar en sus obras anteriores…
La serie Córdoba es probablemente el punto más alto de ese proceso de independización que llevó a cabo durante una década, y esta obra un ejemplo claro de la excelencia de la misma.
Firmada en el ángulo inferior izquierdo y fechada 68.