Sayago es quizá una las figuras más populares dentro de la pintura actual de nuestro país. Siendo un artista sin pretensiones, sus obras son fieles reflejos de los paisajes que alguna vez nos han deslumbrado a todos. Su estilo característico, que ya ni necesita de firma, ha ido mutando con los años pero sin perder jamás ese dejo melancólico que apela a la nostalgia de cada espectador.
Como artista -y como persona- Fito es un profesional, humilde y generoso, siempre dispuesto a contar una anécdota o a explicar el porqué de modificar o omitir tal o cual objeto en un paisaje. Sus ojos son como cámaras de fotos que están constantemente buscando nuevas perspectivas o lugares desde los cuales retratar la naturaleza de Uruguay.
Nace en 1963 en la capital del país y asiste al Crandon, donde descubre su beta artística para luego formarse de la mano de José Arditti -quien también fue maestro de Philip Davies, entre otros-.
Desde muy joven realiza exposiciones colectivas, las cuales combina con su vida deportiva como jugador de basketball, pero es a mediados de los ochenta que comienza a dedicarse de pleno al oficio. Emprende viajes educativos para continuar su formación. Si bien el grueso de la misma se realiza en Estados Unidos, también viaja por Europa para conocer de primera mano a los grandes maestros.
A finales de los noventa realiza su primer viaje a Japón, donde se abriría una nueva etapa de su carrera que duraría más de una década, exponiendo, a ritmos frenéticos, en distintas ciudades del país asiático y Europa.
El oficio y las experiencias adquiridas en el extranjero le dan a Fito una visión que logra captar y entender el valor de recuerdos e historias y su relación con los lugares comunes, que como uruguayos, todos compartimos.
Sayago es quizá una las figuras más populares dentro de la pintura actual de nuestro país. Siendo un artista sin pretensiones, sus obras son fieles reflejos de los paisajes que alguna vez nos han deslumbrado a todos. Su estilo característico, que ya ni necesita de firma, ha ido mutando con los años pero sin perder jamás ese dejo melancólico que apela a la nostalgia de cada espectador.
Como artista -y como persona- Fito es un profesional, humilde y generoso, siempre dispuesto a contar una anécdota o a explicar el porqué de modificar o omitir tal o cual objeto en un paisaje. Sus ojos son como cámaras de fotos que están constantemente buscando nuevas perspectivas o lugares desde los cuales retratar la naturaleza de Uruguay.
Nace en 1963 en la capital del país y asiste al Crandon, donde descubre su beta artística para luego formarse de la mano de José Arditti -quien también fue maestro de Philip Davies, entre otros-.
Desde muy joven realiza exposiciones colectivas, las cuales combina con su vida deportiva como jugador de basketball, pero es a mediados de los ochenta que comienza a dedicarse de pleno al oficio. Emprende viajes educativos para continuar su formación. Si bien el grueso de la misma se realiza en Estados Unidos, también viaja por Europa para conocer de primera mano a los grandes maestros.
A finales de los noventa realiza su primer viaje a Japón, donde se abriría una nueva etapa de su carrera que duraría más de una década, exponiendo, a ritmos frenéticos, en distintas ciudades del país asiático y Europa.
El oficio y las experiencias adquiridas en el extranjero le dan a Fito una visión que logra captar y entender el valor de recuerdos e historias y su relación con los lugares comunes, que como uruguayos, todos compartimos.